27 de diciembre de 2013

Pestonit, el mago de las flores y los frutales


Algún día iré a Carnota y consultaré los libros parroquiales para averiguar el origen del apellido Pestonit. Un Pestonit actual me ha dicho que, según sus noticias, se trata de la versión deformada del apellido de un soldado de las tropas de Napoleón que hace doscientos años llegaron a Galicia y... se quedó por estas tierras.

Me hizo gracia la historia porque no hace mucho estuve hablando con la bibliotecaria del Instituto da Lingua Galega y al saber que se apellidaba Xoubanova le pregunté por el origen de un apellido tan peculiar, tan infrecuente y tan concentrado en la zona de Corcubión. Imaginaba que procedería del apodo de un antepasado y así era. Pero me llevé la sorpresa de que dicho antepasado había sido... otro soldado napoleónico, de origen bretón, que evidentemente cambió su apellido. Aclaro al lector que, traduciendo del gallego, Xoubanova debería significar o bien Sardinilla Joven –lo cual es redundante- o bien Nueva Sardinilla.

Nuestro protagonista, Saturnino Pestonit García, nacido en 1909, salió de su Carnota natal hacia La Habana en 1921 y en la capital cubana se incorporó a un negocio que estaba prácticamente monopolizado por emigrantes procedentes de su concejo: el cultivo y la venta de flores. Con el tiempo estableció viveros propios para obtener árboles frutales, con tan buenos resultados que mereció el apodo de ‘mago de la fruticultura’.

El asunto llamó mi atención y me preguntaba ¿por qué precisamente flores?; ¿acaso disponían los carnotanos de tradición o especial habilidad en la floricultura?. No creo. En Carnota, aparte de algunos pueblos que vivían de la pesca y la salazón, predominaban el cultivo del maíz y de la patata, la cría de ganado y las plantaciones de pinos. Ni de flores ni de frutales sabían los originarios de Carnota más que otros.

Si en unos casos coincidían el ‘oficio en origen’ y el ‘oficio en destino’ de los emigrantes –marineros y canteros son dos buenos ejemplos-, en otros casos no existía la más mínima relación. Lo que sí ocurre –y ocurría- con bastante frecuencia es que los emigrantes de segunda generación, familiares y convecinos de los ya establecidos, comenzasen su aventura en los negocios y ocupaciones laborales que habían emprendido los llegados con anterioridad. Los recién llegados buscaban amparo en los ya asentados y luego, con los años, era habitual el salto a otros trabajos y a otras actividades.

El caso de los floreros de Carnota en La Habana constituye un buen ejemplo de ‘cadena migratoria’, y el mejor estudio sobre ellos se encuentra en la tesis doctoral de José Antonio Vidal Rodríguez, que lleva por título La emigración gallega a Cuba: trayectos migratorios, inserción y movilidad laboral (1898-1968), editada por el CSIC en 2005.


Una versión muy abreviada de su trabajo, publicada en 2006 por la Revista Complutense de Historia de América, puede encontrarse aquí. Reproduzco abajo una parte del artículo, con detalles sobre los floricultores de Carnota.

«El nicho laboral gallego más destacado fue el creado en La Habana por los inmigrantes procedentes de las parroquias de las márgenes pontevedresas y coruñesas del Ulla, quienes monopolizaron la plantilla de jardineros del Cementerio Colón. Entre los colectivos comarcales y locales que lograron construir economías étnicas, donde controlaron parcial o mayoritariamente la iniciativa empresarial y el mercado laboral, destacaron los floreros naturales del municipio coruñés de Carnota, que monopolizaron el cultivo y venta de flores en La Habana; los marineros de las rías de Ares y Ferrol, quienes constituyeron la inmensa mayoría de las tripulaciones de las principales flotas pesqueras y mercantes de la isla; y el de algunos naturales de los municipios de las comarcas lucenses de Terra Cha y Mariña Occidental y del ayuntamiento coruñés de As Pontes de García Rodríguez, que dominaron el negocio de casas de préstamos, empeños, mueblerías y joyerías de La Habana. (...)
En vísperas de la Revolución, las calles aledañas al cementerio Colón albergaban la mayoría de los comercios de flores de La Habana, cuyos dueños habían llegado a la isla a través de las cadenas migratorias de las parroquias de Lira y O Pindo del municipio de Carnota, que a su vez tenían sus campos de cultivo en los suburbios rurales de la ciudad. Estos cultivadores y vendedores de flores habían alcanzado, en su mayoría, un status económico acomodado.»

Fuese para ofrendas a los dioses, fuese para ofrendas a los muertos, las flores gozaban de una gran demanda en La Habana, tal como nos explica José Antonio Vidal:

«Las flores han sido en Cuba, y aún lo siguen siendo, un producto muy demandado, debido al papel fundamental que juegan en los rituales de la santería popular, sobre todo entre la población de color. Cada orisha, o divinidad afrocubana, tiene consagrada una flor emblemática que sus hijos espirituales deben ofrendarle con cierta regularidad. 

Yo vendía las flores con la canasta acuestas por las calles de La Habana, y vendía también maticas con una carretilla. Y además sembraba matas y flores, yo injertaba y hacía todo eso. De aquella se vendían muchas flores blancas pa´ brujería. Había mucha brujería entonces. Bueno, como ahora. [Testimonio de Belarmino, en 1998]

Pues bien, esta gran demanda de flores por parte de la gente de color y de los deudos de los difuntos enterrados en el Cementerio Colón, fueron satisfechas a partir de finales del siglo XIX por pequeños productores gallegos que tenían sus jardines en los terrenos de la actual Plaza de la Revolución y en poblaciones cercanas de la capital, quienes a su vez pregonaban las flores por toda la ciudad (...)»

En el siguiente recorte de un plano de 1899, podemos apreciar la ubicación del Cementerio Colón y a su derecha el terreno sin urbanizar donde los de Carnota ejercían la floricultura.


Para hacernos una idea de hasta qué punto el negocio de las flores poseía potencial de crecimiento no hay más que fijarse en el rápido aumento de la población habanera: de casi 435.000 habitantes en 1919 llegó a más de 1,2 millones en 1953.


Lógicamente, el monumental Cementerio de Colón, inaugurado en 1886 y entre los más grandes del mundo -570.000 metros cuadrados-, pasó a albergar más y más ‘inquilinos’ con la correspondiente demanda de más y más flores.

De injertar, cultivar y vender flores, Pestonit dio el salto a los frutales, como ya he mencionado. Según mis noticias, constituyó su empresa de viveros en 1927. Acudamos de nuevo a José Antonio Vidal para saber de sus logros:

«Algunos de ellos, los más emprendedores y afortunados, habían logrado ampliar sus negocios a otros productos asociados con el cultivo de flores. Este fue el caso, entre otros, de Saturnino Pestonit, quién, procedente de Carnota, llegó a La Habana a través de una de estas cadenas familiares. Como la mayor parte de sus paisanos, Pestonit trabajó primeramente en el puesto de flores de un pariente, y cuando consiguió dominar el negocio floral fue especializándose en el de árboles frutales, llegando a levantar los viveros más grandes y prestigiosos de la isla en el pueblo de Caimito de Guayabal. Este emprendedor y triunfador inmigrante logró mejorar el cultivo del naranjo y del aguacatero, gracias a los cruces que hizo de los árboles nativos con otras especies europeas y americanas, consiguiendo plantas muy productivas que popularizaron su cultivo entre los campesinos cubanos.
En el caso de la naranja, injertó como patrón la fruta criolla y como cruce las yemas de las naranjas valencianas. En relación al aguacate, cruzó las matas criollas con otras del centro y sur de América, pudiendo desde entonces asegurar la producción de este fruto todos los meses del año, generalizando su consumo en la dieta popular cubana en la década de los años cuarenta. Esta importante contribución a la fruticultura cubana es destacada por el libro Los españoles en Cuba [Monge Muley 1953] con estas palabras elogiosas: “Es probable que las generaciones futuras de la Perla de las Antillas tengan que rendir un tributo de homenaje y admiración a D. Saturnino Pestonit García, cuando la floricultura haya alcanzado su pleno desarrollo y sea una de las principales fuentes de riqueza del país”.»

Pestonit visitó Galicia en 1947 y la prensa se hizo eco de sus méritos, calificándolo como ‘mago de la fruticultura’ en Cuba.


«Don Saturnino Pestonit, el ‘Mago de la Fruticultura en Cuba’ es un gallego que ha conquistado con el sudor de la frente la categoría de hacendado bajo el cielo tórrido del país del azúcar y del tabaco. En 1921 salió de un puerto de su tierra tantas veces añorada bajo la policromía del campo de cañaverales y de palmeras [Vigo], hacia lo que él creyó tierra de promisión. Su aventura de emigrante es una repetición de todas. Privaciones, sacrificios ciclópeos y fe perseverante. Un día llegará –se dijo- y esa fecha la alcanzó. Reunidos unos pesos, practicadas teorías de fruticultor, le sonrió la vida. Era propietario de unos ‘ferrados’ de tierra, en producción. Hizo la revolución de las plantaciones de frutales a despecho de los nativos.
-- Si os sonreís de mis sueños, ya me daréis la razón, solicitando mis productos y mis sistemas de cuidar las tierras-, respondió olímpicamente a sus detractores.
Y así fue. En 10 años, Pestonit recibió la confirmación de sus proyectos, en el más completo éxito y percepción de ingresos. De pobre, llegó a millonario; pues de simple sirviente pasó a ser dueño de las dos mejores fincas destinadas a frutales en la Isla de Cuba.» [1947]

Aquí tenemos una foto del reportaje en la que Pestonit aparece junto al Presidente de la República de Cuba entre 1948 y 1952, Carlos Prío Socarrás, derrocado por el golpe militar de Fulgencio Batista. Prío poseía abundantes tierras y estaba encantado de los frutales que le suministraban los viveros de Pestonit.

1947


De ello dejó constancia el más famoso cubano del siglo XX, cuando señalaba que en las haciendas de Prío se habían plantado “7.000 árboles injertados de aguacate de Pestonit, cuyo alto precio debido a su alta calidad no baja de 30 $ cada uno, lo que representa un total de 200.000 $. Se están cavando ahora 10.000 hoyos para plantar otros tantos árboles de pomelos de Pestonit.” [1952]


El párrafo anterior pertenece a un artículo de 1952 firmado por, quién sino, Fidel Castro. ‘Yo acuso’ se titulaba, y en él denunciaba la corrupción del Presidente y del propio régimen.

Los árboles de aguacate de Pestonit fueron a parar también a España. En su Historia del aguacate español (1955-1996), Julián Díaz Robledo nos habla del viaje que en 1954 realizaron por la costa mediterránea dos pioneros –Luis Sarasola y Roger Magdahl- para encontrar aguacateros, y resulta que su primer hallazgo fue cerca de Marbella, en una finca del por entonces General de Aviación José Rodríguez y Díaz de Lecea. De familia coruñesa, aunque nacido en Matanzas, sus aguacateros y otros frutales habían venido de Cuba, y muchos de ellos “llevaban la etiqueta de los Viveros Pestonit”. Una muestra más de la pujanza del negocio de árboles frutales del carnotano.



Y... ¡y en eso llegó Fidel!. ¡Se acabó la diversión, llegó el Comandante y mandó a parar!, decía la canción de Carlos Puebla. La revolución de 1959.

¿Qué pasó con las propiedades y los viveros de Pestonit?. Acudamos, una vez más, a José Antonio Vidal, a otro artículo titulado “Los procesos nacionalizadores durante la revolución cubana según los testimonios de los inmigrantes gallegos en la isla: 1959-1968”.

«(...) la intervención de la propiedad privada no se hizo de una sola vez. Probablemente, para evitar la desafección general a la causa revolucionaria por parte de las clases medias, el nuevo gobierno popular llevó a cabo un calendario preciso de intervenciones parciales, comenzando por las viviendas no ocupadas por sus propietarios, las haciendas rurales de más de 390 hectáreas, la banca, las grandes empresas y el sistema escolar y sanitario, y finalizando con la nacionalización de los pequeños negocios familiares el 14 de marzo de 1968, pasando antes por la nacionalización de los clubes exclusivos en 1961, la intervención de los grandes y medianos comercios y almacenes en 1962 y las explotaciones agropecuarias de más de 65 hectáreas en 1963. El discurso lanzado por Fidel el primero de mayo de 1959 ya anunciaba el principio del fin de los grandes propietarios, a los que, como sostenía días después un articulista de la prestigiosa revista Bohemia les había llegado la hora de ajustar sus cuentas»

Poco trabajo me costó saber que Saturnino Pestonit había perdido sus propiedades y se había establecido en Miami. En una entrevista de 1967 nuestro protagonista aportaba datos sobre su trayectoria en Cuba, explicaba que había reconstruido su negocio de viveros ‘con dinero procedente de España’, y que su propósito era obtener y difundir en Florida frutales tropicales poco conocidos hasta el momento. Abajo traduzco el texto.


EXILIADO CUBANO PLANTA ÁRBOLES NATIVOS EN FLORIDA

«Un hombre que era conocido como ‘el mago de los frutales’ en Cuba antes de marchar al exilio afirma que tratará de popularizar algunos de los árboles exóticos del país en que vivía en su nuevo hogar en Florida. Entre ellos están la anona [custard apple], la zapotilla y el chirimoyo, ya conocidos en Florida pero poco difundidos.
‘He traído semillas de esos frutos, poco conocidos en Estados Unidos’, dice Saturnino Pestonit. El horticultor ha trasladado sus actividades, a menor escala, a este país. Pestonit, 57, muy bronceado y de pelo blanco, dice que sus plantas se están desarrollando y espera que estén listas para su multiplicación en menos de dos años. Espera que se desarrollen bien en el extremo sur de EE.UU.
La zapotilla, llamada a menudo ‘árbol del chicle’ porque algunas variedades lo producen, tiene un fruto dulce y marrón. El chirimoyo es pardo amarillento, con flores de tres pétalos y un fruto de mucho consumo en las zonas tropicales. El fruto de la anona tiene una pulpa dulce, blanca y blanda con muchas semillas rodeado por una piel verde. Es del tamaño de una manzana pequeña.
En Cuba, según declaración de Pestonit, dejó más de 300 acres [120 hectáreas] de huertos y otras tierras cuyo valor superaba el millón de dólares. Según Pestonit, fue él quien introdujo en Cuba la naranja de Valencia, diversas variedades de aguacate de Suramérica y el mango de la India. Prestó sus servicios como asesor de agricultura en las embajadas cubanas de España, Portugal, Francia y Bélgica. En Florida estableció un negocio de viveros con dinero procedente de España, de donde es natural. Y desde Miami, ha exportado frutales injertados a España, México, Nicaragua, Venezuela, Costa Rica y Puerto Rico. Dice Pestonit que ha resuelto las plagas de insectos en sus árboles exóticos en Florida gracias a los ‘excelentes insecticidas disponibles’. (...)» [1967]

De modo que los Pestonit reprodujeron en Miami su anterior negocio cubano. He buceado en la red y me he topado con diversas informaciones que lo corroboran. Aquí tenemos una imagen obtenida en Google Street de su nursery de árboles en el condado de Miami-Dade, SW 102 Avenue. Año 2013.


Acá otra foto bien anterior, procedente de un archivo histórico norteamericano.


Incluso podemos contemplar dos cortos vídeos sobre las floristerías Pestonit, ambos de los años 1970. El primero de ellos recoge escenas de la inauguración de un nuevo local. El segundo lleva como música de fondo la canción ‘Por una rosa’ de Manolo Escobar.

He dejado para el final la parte que me causó más impacto al investigar esta historia. Hemos visto que Saturnino Pestonit y su familia perdieron sus propiedades y acabaron en Miami, como tantos otros. Yo no sabía ni cuando ni como, pero intuía que se habían exiliado muy pronto, con las primeras medidas nacionalizadoras del gobierno revolucionario. Pestonit era un ‘capitalista’ de cierta importancia y había mantenido relaciones fluidas con los terratenientes cubanos, sus principales clientes, incluido el presidente Prío Socarrás, denunciado como gran corrupto por Fidel Castro.

Lo que no imaginaba es que su hijo, Julio Pestonit, con 20 años, hubiese formado parte de la Brigada 2506 de exiliados cubanos que participó en la invasión de Bahía de Cochinos (abril de 1961), un frustrado intento de derrocar al régimen de Castro con el apoyo de la CIA. Y menos, todavía, que hubiese salvado la vida de un modo tan extraordinario.


«La historia parece de terror, pero varios de los integrantes de la fracasada invasión de Bahía Cochinos tuvieron que recurrir al canibalismo para no morir en alta mar, después de haber escapado de Cuba. Así lo reveló Julio Pestonit, uno de los participantes de la brigada 2506, a la cadena de televisión Fox News en un programa difundido el jueves en la noche en Miami.
En abril de 1961 Pestonit y otros 21 exilados cubanos tomaron El Celia, un barco pesquero en Playa Girón con el fin de huir de las tropas cubanas. Pestonit, quien en ese entonces tenía 20 años, afirmó que después de ver que varios compañeros empezaron a morir por falta de agua y comida, los sobrevivientes decidieron usar los cadáveres como alimento, si fuese necesario.
Llegué a comerme parte de las vísceras de un cadáver que me tendieron y bebí, junto a otros, la sangre de un compañero muerto, sostuvo Pestonit en el programa. A falta de agua potable, los sobrevivientes tomaron agua del mar, mezclada con la orina propia y gasolina para quitarle la salinidad. Según su relato, a la embarcación siempre la seguía una manada de tiburones, que esperaban a los cadáveres que se iban tirando por la borda. Por fortuna la odisea de 16 días a la deriva en alta mar terminó, cuando fueron recogidos 100 millas al sur de la desembocadura del río Misisipi por el carguero norteamericano Atlanta Seaman.
Uno de los exiliados murió una hora antes de ser rescatado y otros dos después de serlo De aquella experiencia se salvaron 12 de los 22 pasajeros de la embarcación, quienes juraron mantener en secreto el acto de canibalismo y, especialmente, nunca revelar los nombres de los compañeros que sirvieron como alimento, por respeto a sus familias.
Sin embargo José Enrique Dausá, miembro de la jefatura militar de la brigada y otro de los sobrevivientes de la embarcación, dijo al Nuevo Herald que las afirmaciones de Pestonit no eran exactas. La verdad es, y yo tengo interés en que se sepa así, que cuatro de los componentes de ese grupo del bote no participamos en ese acto de canibalismo, afirmó Dausá. El sobreviviente agregó que la diversidad de criterios había creado una situación difícil dentro de la embarcación.
Lo que muchos se preguntan es por qué después de 37 años de la fracasada invasión de Bahía Cochinos, Pestonit sacó a la luz pública un secreto que todos los sobrevivientes del barco habían decidido llevarse a la tumba. La respuesta la dio el mismo, después de pedirle perdón a sus compañeros en el programa, Pestonit explicó que se decidió a hablar después que la CIA reveló un informe interno en el que el ex presidente John F. Kennedy parece exonerado de su responsabilidad en el fracaso de la invasión.
Kennedy fue responsable. Yo quiero que el mundo sepa que Kennedy fue responsable de nuestra tragedia y del fracaso de la invasión por negarse a autorizar apoyo aéreo y por retirar del lugar los buques de guerra, afirmó.» [1998]


Julio Pestonit no cejó en su empeño tras el fiasco de Cochinos, y fue detenido por poner bombas a quienes no defendían como Dios manda la causa anticastrista.

1967

En otro giro inesperado de la historia familiar resulta que un hijo del belicoso Julio y nieto del paciente ‘mago de la fruticultura’ llegó a convertirse en ‘gurú del yoga’, asesorando en la disciplina oriental a personajes famosos antes de fallecer en 2011.

New York's social set is talking about the sudden death of yoga guru to the stars Jules Paxton.


«Paxton, who according to his website worked one-on-one with songwriter Denise Rich, fashion designer Donna Karan, singer/songwriter Sting, actress Barbra Streisand and Russell and Kimora Lee Simmons, was pronounced dead on Friday, shortly after an ambulance crew arrived at his E. 94th St. apartment, in response to a report of a man suffering cardiac arrest. An autopsy was inconclusive, and the medical examiner's office said tests are being done to determine the cause of death. Paxton, 45, originally Julio Pestonit, was the son of Cuban exiles who settled in Miami.»

[Paxton, quién según su página web asesoró personalmente a la letrista Denise Rich, a la diseñadora de modas Donna Karan, al cantante y letrista Sting, a la actriz Bárbara Streisand y a Russell y Kimora Lee Simmons, fue declarado muerto el viernes, poco después de que una ambulancia acudiese a su apartamento (...) Paxton, de 45 años, cuyo nombre real era Julio Pestonit, era hijo de exiliados cubanos establecidos en Miami.]

De la revolución y la guerra a la paz; de la paz a la revolución y la guerra; y al final otra vez la paz. Un soldado de la Francia revolucionaria de Napoleón fundó la saga de los Pestonit de Carnota. Un descendiente suyo marchó en son de paz a La Habana y se dedicó tanto a las pacíficas flores que adornan la paz de los cementerios como a las no menos pacíficas frutas. La siguiente generación hizo la guerra contra la revolución. En última instancia vuelta a la paz, a la serenidad, al yoga.

20 de octubre de 2013

AgroLance. Marca inolvidable

1955  Omnibus accidentado de Transportes El Esclavo (O Carballiño)

AgroLance. Vino Fillaboa

1910s  Etiqueta vino Fillaboa (Salvaterra de Miño)

25 de julio de 2013

AgroLance. Ataúdes de Ribadavia en la Luna.

1961. Imagen publicitaria de la firma Hijos de Luis Chao Sobrino (Ribadavia), fabricante de ataúdes.

17 de junio de 2013

AgroLance. Cacharros pardos en Lugo

1925. Lugo, cacharros esperando compradores.

AgroEnlace. Colección de fotos de Riotorto (Lugo)

Andaba yo a la búsqueda de información sobre un Francisco Otero de O Grove, padre de los Otero Goday, y me encuentro con Francisco Otero González, nacido en Lindín (Mondoñedo) en 1860. Más abajo cuento quién era. Lo importante es que, dando vueltas, acabé en una web que ofrece muy buenas fotografías de la Galicia Agraria: http://riotortonotempo.org

Las más interesantes sobre el mundo agrario están en el apartado http://riotortonotempo.org/categoria/o-traballo/

Aquí va una foto de muestra, años 1950. Posan contentos, casi inventando el Riotorto Style.

1950s. Riotorto (Lugo), trabajando la tierra.

En cuanto a Francisco Otero González, simplemente decir que se hizo famoso por su intento de asesinar a tiros al rey Alfonso XII y a su esposa en diciembre de 1879 y que fue condenado a muerte y finalmente ejecutado con 'garrote vil'.

¿Algo más? Sí. Compruebo otra vez que hay que tener cuidado con las informaciones colgadas en la red. Unos dicen que Francisco Otero era de Guntín, que rima con Lindín. Guntín y Lindín están a 80 kms de distancia. Y otros dicen que era anarquista, cuando en realidad se trataba de un pobre chaval de 20 años que emigró a Madrid y al que se le fue la olla.

14 de junio de 2013

'O Merlo', Limpia-Botas Mayor de Galicia


José Antonio Fernández Moure, alias ‘O Merlo’ [El Mirlo], debió de haber sido el más famoso limpiabotas gallego. Cuando empecé a reunir noticias sobre sus aventuras yo sólo sabía de un limpiabotas con nombre propio, llamado Pat Bologna, un chaval que ejercía su oficio en Wall Street y que perdió todos sus ahorros en el crack de la Bolsa de Nueva York de 1929. Podría haber sido el de la foto.

Niño limpiabotas en Nueva York, 1924

Nacido en Manhattan en 1907, Gennaro Pasquale -Pat- Bologna se animó a adquirir acciones poniendo oído a los comentarios de sus clientes, de la gente importante de Wall Street. Los agentes de Bolsa concedían créditos de hasta un 90 % del capital invertido y, mientras el valor de las acciones subió, todo fue bien. Cuando estalló la burbuja, todos al carajo. Me suena.

Era lo que relataba el hijo de Pat Bologna en un documental de 2009 titulado ‘1929 El Gran Crack’. Abajo ofrezco el texto de su intervención en el documental:


La anécdota del patriarca de los Kennedy saliéndose a tiempo, antes del crash, es el origen de que Pat Bologna sea todavía recordado.

Curiosamente, otro Bologna italiano se había convertido por entonces en el Rey de los Limpiabotas. Acá tenemos su biografía, obtenida de una reseña publicada por la revista Destino en 1959. También perdió todo en el crack de 1929.

Joe Bologna, que ha fallecido a los 79 años, era el Rey de los Limpiabotas de Wall Street. En 1896, Giuseppe Bologna salió de Castelgrande, en los Apeninos meridionales, y se marchó a América. Empezó a limpiar calzado en Manhattan, donde los ‘limpias’ trabajaban entonces quince horas diarias y, el que más, ganaba cuatro dólares a la semana. En 1902, Giuseppe, a quien llamaban ya ‘Joe’, volvió a Italia, se casó y regresó a Nueva York, con su mujer y ya con una hija.

La clientela de Joe Bologna fue aumentando en cantidad y en calidad. Sus clientes eran los más importantes financieros de Wall Street. Conocía a toda la gente que intervenía en la marcha económica del país. Uno de sus clientes era el joven abogado Franklin Delano Roosevelt. Otro era un importante agente de Bolsa que colocó muy bien los ahorros de Joe.

No tardó el limpiabotas en estar tan interesado en los altibajos de la Bolsa neoyorquina como los propios magnates ante quienes se arrodillaba. Es decir, estaba más interesado que ellos porque, relativamente, tenía mucho más que perder. Mientras se limpiaban el calzado, todos hablaban con él de cuestiones financieras.

Si ‘Joe’ hubiera vendido antes del ‘crack’ de 1929, se hubiera encontrado en mano con 250.000 dólares, pero no lo hizo, lo perdió todo y tuvo, estoicamente, que seguir limpiando zapatos hasta hace unos días.

Lejos, muy lejos, al otro lado del Atlántico, O Merlo vivió sus propias aventuras, menos mediáticas que las de los Bologna de Wall Street, en aquel Nueva York elevado a centro financiero mundial tras la Gran Guerra europea. Pero las suyas fueron aventuras, cómo decirlo..., de alta intensidad. No fue ‘El Rey’, pero bien podríamos colgarle el título de ‘Limpiabotas Mayor de Galicia’.

José Antonio Fernández había nacido en 1865 en el barrio de San Caetano, a las afueras de Santiago, de padre desconocido. La pobreza de su madre Benita lo obligó a trabajar desde niño y se convirtió en uno de tantos que recorrían las calles lustrando botas y vendiendo lotería y periódicos. Un mix bastante habitual por entonces: botas, lotería, diarios. Debido a su marcada cojera y a su escasa fortaleza física no tenía mucho margen para elegir oficio.

La foto siguiente corresponde a un jovencísimo limpiabotas de Llanes (Asturias). Imagino que O Merlo tendría una pinta parecida, con su cojera, con su instrumental al hombro o a la espalda, aunque no sé si con el pitillo en la boca.

1890s. Tomai 'El colilla'. Niño limpiabotas de Llanes

Supongo que le pusieron de apodo ‘El Mirlo’ por lo mucho que tuvo que espabilar para salir adelante. Ya desde joven le gustaba hacer el payaso y se convirtió en una especie de bufón, apreciado y maltratado a partes iguales.

Aquí lo tenemos montando el ‘show’ en Hospicios y Asilos, en las fiestas de Navidad.

1888

1890

No tardó en llegar a ser el limpiabotas preferido de los estudiantes universitarios y, gracias a ello, viajó por toda Galicia prestando sus servicios a las Tunas compostelanas, y se convirtió en asiduo visitante de las principales ciudades gallegas –A Coruña, O Ferrol, Lugo, Pontevedra, Vilagarcía-, sobre todo en épocas de fiestas y ferias, cuando más zapatos y botas de cuero salían a la calle y cuando más lotería se vendía.

Un apodo llamativo; un aspecto inconfundible; una labia de alto voltaje; una cartera de clientes de élite repartidos por las capitales gallegas, de universitarios que habían estudiado en Santiago: abogados, médicos, farmacéuticos, funcionarios, periodistas, propietarios, etc. Tales eran las fortalezas del ‘negocio unipersonal de ámbito regional’ de nuestro pájaro. Porque, la verdad, no creo que sus habilidades lustrando botas o su suerte con la lotería fuesen superiores a las de otros colegas de oficio.

Incluso ciertas debilidades de O Merlo acabaron transformándose en puntos fuertes de su matriz DAFO. Aficionado al Ribeiro y sin pelos en la lengua, solía meterse en líos que recibían atención de los periodistas. Aficionado a las mujeres, sus peculiares matrimonios tampoco pasaron desapercibidos. Al Mirlo le funcionó muy bien la fórmula de ‘que hablen de mí, aunque sea mal’.

Acá ofrezco una selección de escenas de acción protagonizadas por José Antonio Fernández recogidas en la prensa. En la primera escena reparte leña y acaba en la ‘falcona’, el peculiar nombre que daban en Santiago al cuarto de detenidos de la Policía municipal.

1889
Lo más frecuente era, sin embargo, que fuese O Merlo el apaleado. El ‘infeliz Fernández’ era cliente habitual de Hospitales y Casas de Socorro.

1890

1903

1908
 
1911

1916
La mágica atracción que palos y garrotes sentían por O Merlo no constituía la única fuente de noticias sobre sus andanzas. Su repertorio noticiero era bastante variado.

Aquí lo tenemos en Ferrol, presuntamente envenenado en una farmacia.

1900

También llamó la atención su deseo de ser alcalde de barrio de Os Basquiños, en Santiago.

1899

Dos años antes, en 1897, había lanzado el semanario El Merlo Blanco.

1897
En 1909, cual flautista de Hamelín, despierta a la gente y se pone al frente de una manifestación en Santiago tras la dimisión del Alcalde.

“(...) Nuestra característica frialdad regional observábase en todos los grupos estacionados en la Plaza de Alfonso XII. Sólo del grupo de las mujeres del mercado salían algunos vivas dirigidos al Alcalde.

De repente se presentó el conocido limpiabotas y vendedor de décimos de la Lotería apodado el Merlo. Su presencia produjo el resultado de una corriente eléctrica. Al llegar a los soportales, el Merlo se detuvo, el público le rodeó, sonaron estrepitosos aplausos y el tipo popular rompió marcha al grito de «¡adelante!». Así dio comienzo la manifestación.

Todos los circunstantes siguieron al Merlo regocijadamente, pero con el mayor orden y compostura. Al llegar a la mitad próximamente de la calle de Fonseca, un guardia municipal, por indicaciones de un concejal, hizo comprender al entusiasta limpiabotas lo conveniente que era que presentase la dimisión de su cargo de cabo de gastadores y se confundiese con el grueso de los manifestantes. Así lo hizo éste obediente a las indicaciones de la autoridad.

Entonces la manifestación tomó un carácter serio. Rompían la marcha los muchachos y seguían los grupos que antes mencionamos, compuestos de amigos, adversarios y curiosos. Entre todos pueden calcularse unas mil personas.” [1909]

En el mismo año participa como estrella invitada en la función del día de los Santos Inocentes en el Teatro Principal de Pontevedra. Sus gansadas recibieron el aplauso del público.

1909
Dos años antes, El Mirlo había sentido la necesidad de cambiar de aires y puso rumbo a Buenos Aires. También allí era muy conocido y la colonia gallega no sólo lo recibió con un banquete, sino que organizó una suscripción popular para financiarle la compra de un salón de limpiabotas en la capital argentina. El cronista predecía un salto cualitativo para nuestro hombre: de ‘caracol industrial’ a ‘futuro capitalista’.

EL FUTURO CAPITALISTA. «EL MERLO». Este famoso tipo popular gallego, tan conocido en Pontevedra; el limpiabotas callejero que ha recorrido Galicia entera con su establecimiento al hombro como caracol industrial, se ha ido a Buenos Aires.

Los gallegos de allí le hicieron un gran recibimiento, que no sólo se merecen los grandes hombres sino también, por lo visto, los modestos trabajadores, aunque su trabajo sea el de limpiar botas, como el del «Merlo».

Quizás aquellos mismos a quienes el «Merlo» dio lustre fueron los que le han dado el lustre a él ofreciéndole un banquete y abriendo una suscripción para instalarle al popular limpiabotas un salón en Buenos Aires.

Los gallegos de Buenos Aires, que han sabido recibir con hospitalidad y cariño a quien se ha pasado la vida dándonos de betún, sin que ni una vez siquiera se haya reflejado en aquel rostro alegre ni el más ligero gesto de tristeza a pesar de la «arrastrada» vida que llevaba y de las desgracias que ha sufrido.

Gratos recuerdos ha de guardar el «Merlo» para los estudiantes de la Universidad de Santiago con quienes pasaba el curso; pero mayor gratitud sabrá conservar en su corazón para sus hermanos de Buenos Aires que espléndidamente le tienden la mano y lo iniciaron en su nueva etapa de limpiabotas americano.” [1907]

Pero el pájaro limpiabotas no soportaba vivir encerrado en un salón-jaula y retornó a los ‘buenos aires’ de Santiago. En 1909 nuevo viaje a Latinoamérica, con estancia en Buenos Aires y Santos, y nuevo regreso porque ‘no pudo soportar la ausencia del Terruño’. Quizás fuese golondrina por parte de padre.


1909

Si O Merlo era un adicto a la adrenalina, no tenía necesidad de salir de su pequeña esquina gallega. Una gran urbe como Buenos Aires prometía una vida más cómoda, quizás, o experiencias nuevas y excitantes. Pero nuestro protagonista ejercía un oficio ambulante que le deparaba sorpresas por doquier. En 1911 estuvo a punto de ser ‘perniquebrado’ cuando un expatriado portugués lo confundió con un agente secreto del recién establecido gobierno republicano en el país vecino, ¡casi nada!.

1911

Nunca quiso abandonar las calles y volverse sedentario estableciendo un salón de limpiabotas, como otros hicieron. En 1903 abría sus puertas en Santiago el Salón Moderno.


Al año siguiente, O Merlo contraatacaba con anuncios de prensa en los que se definía como ‘Primer Limpia-Botas de Galicia’. No quería decir, pienso yo, que fuese el primer limpiabotas de la historia gallega, porque no lo era, sino el que había llegado a ofrecer sus servicios en buena parte de las principales ciudades de Galicia. Y en esto sí que tenía razón. El limpiabotas más conocido, el más popular.

1904
Ser el más popular se debía también, como he señalado al principio, a la curiosidad que despertaba su tempestuosa vida matrimonial. El cotilleo del corazón, tan en boga. Los asuntos de cotilleo que dan y daban presencia en la prensa.

Su primer matrimonio, en 1889, fue obsequiado con una 'fenomenal cencerrada'. O Merlo tenía 24 años y la novia 60. Los instrumentos 'a la moda de París y Barcelona' se refieren a distintos procedimientos para lustrar zapatos.


O Merlo se casó por segunda vez en 1893, con una ‘panadera talludita’, según las noticias. Y fue tal la aglomeración de gente a la puerta de la iglesia de San Miguel dos Agros que se suspendió la ceremonia, prevista a las seis y media de la mañana, para evitar tremendo follón.


Por la tarde hubo mejor suerte y se celebró el matrimonio, pero el guirigay fue inolvidable. El novio, que ya sabemos era cojo, ‘tuvo que emprender gran carrera por la Troya a fin de verse libre de aquella turba de chiquillos que le seguían’. Una multitud de ‘vecinas y comadres del barrio de San Cayetano (...) no dejaron hueso sano a la novia, a fuerza de pellizcos y empellones’. ¡Pobre panadera!. Fueron precisos cuatro guardias municipales para proteger a los novios en su vuelta a casa. Y luego, otra vez, gran cencerrada.

1893
Cinco años después, O Merlo acudió a la prensa para informar de su reciente viudez. La panadera lo había abandonado y se había largado a Brasil, donde falleciera, según la versión del limpiabotas. Una versión puesta en cuestión por los periodistas, que aprovecharon para lanzarle algunas pullas.

Leemos en la «Gaceta»:

«José A. Fernández (a) Merlo, está nuevamente viudo. Su cara mitad le había abandonado dirigiéndose a Pará (Brasil), y según noticias que recibió el conocido vendedor de billetes de lotería, aquella ha dejado de existir.

Ignoramos si el Merlo pensará en volver a casarse, pero debe interesarle mucho que se conozca su estado civil por cuanto nos rogó diésemos la noticia de su nueva viudedad.

Queda complacido.»

Hace tiempo que el Merlo nos pidió que publicásemos el fallecimiento de su esposa, pero como no lo hemos creído desechamos su pretensión de aparecer como soltero. Además ningún documento presenta que acredite la defunción de su cara mitad.

Teniendo muy en cuenta esto y las grandes conveniencias que se le presentarían para por tercera vez celebrar matrimonio, hemos preferido callar, porque sería poner en grave aprieto al bello sexo. De los Estados Unidos vendrían a hacer reclamaciones.

Viendo viudo al Merlo, las mujeres coquetearían disputando un tipo tan gentil y sobre todo tan largo porque nosotros creemos que sabe vivir admirablemente tomándole el pelo al pueblo y haciéndose el infeliz. Éste es uno de los cucos que cantan en la mano.” [1898]

No sé cuando se volvió a casar, pero en 1909 la noticia es que la tercera esposa de O Merlo estaba acusada de robarle dinero y de amenazarlo de muerte. Una buena pájara para otro buen pájaro.


En 1920, con 55 años, José Antonio repitió matrimonio, el cuarto, supongo, aunque la noticia dice 'en terceras nupcias'.


Justo entonces, la revista Vida Gallega publicaba una caricatura del pájaro limpiabotas, obra de Eduardo Padín. Con su bastón, con su mochila, con sus años y sus palos a bordo. Un veterano ‘caracol industrial’.

1920

En su novela sobre la vida estudiantil compostelana, ‘La Casa de la Troya’ (1915), Pérez Lugín lo incluyó como extra, en dura competencia con otro limpiabotas, el Cañotas. El Merlo inmortalizado.

Pérez Lugín, Alejandro (1915), La Casa de la Troya, Santiago

Y como humilde limpiabotas popular, no dejó de ser motivo de mofa por parte de antiguos troyanos que ejercían de periodistas. Acá tenemos dos crónicas burlescas.

"VIAJERO DISTINGUIDO. «EL MERLO».

Tras una ausencia de varios años, y cuando apenas conservábamos el recuerdo de tan distinguida persona, ayer hemos recibido la grata visita de D. Antonio Fernández, más conocido en el siglo con el ornitológico remoquete de ‘El Merlo’, que tantos pares de botas ha lustrado en este mundo de desdichas.

Viene ‘El Merlo’ de Lugo, en cuyos baños buscó remedio para un ligero defecto que padece en un remo, y se dirige a Compostela, solar de su familia y punto habitual de su residencia. Será nuestro huésped el querido amigo hasta el día 5 del próximo mes de las Ánimas, haciendo en esos días el obligado viaje a Ferrol para ver la factoría naval, invitado por la casa Vickers; y aunque ignoramos el hotel donde se aloja, para el objeto que le trae a la Coruña, que es implorar la caridad pública, tiene su domicilio en la calle. Allí podrán encontrarle sus favorecedores y amigos, que son legión.

Sea bienvenido el ilustre huésped y que sea copiosa la recaudación." [1917]

Además de sportman, es calificado de 'primer limpiabotas del Antiguo Reino de Galicia'.

"Después de pasar una temporada en esta ciudad, el conocido sportman y acaudalado hombre de negocios don José Antonio Fernández (alias el 'Merlo'), sale hoy para El Ferrol continuando su tournée por esta región. Deseamos un feliz viaje al primer limpiabotas del Antiguo Reino de Galicia, tan popular entre varias generaciones de escolares de Compostela." [1923]  

José Antonio Fernández, siempre de la ceca para la meca, popular pero sin fortuna, apreciado y apaleado, se despidió del mundo en el Hospital de Caridad de O Ferrol, en 1925.


O Merlo había encargado un entierro de tercera, aunque con siete sacerdotes, y dejó ‘algunas pesetas’.

Por noticias recibidas en esta ciudad, súpose ayer que en el Hospital de Caridad del Ferrol había dejado de existir José Fernández (a) ‘Merlo’, que tan conocido era en toda la región. Su muerte fue muy sentida en esta ciudad, donde era muy popular. Dejó dispuesto que su entierro fuese de tercera y con siete sacerdotes. Parece que ‘El Merlo’ dejó algunas pesetas. En Santiago todavía viven algunos parientes.” [1925]

No recibió, claro está, la medalla al mérito en el trabajo. Pero en una breve crónica titulada ‘La muerte del Merlo’, se recordaban las andanzas del ‘Pata Tola’, de un personaje que permanecía en la memoria de todos los troyanos, de un tipo estrambótico y gran cliente de Cupido. Del decano de los limpiabotas.

El telégrafo, con su sequedad, nos comunicó que en Ferrol había fenecido ‘El Merlo’. A buen seguro que la mayoría de los lectores habrán conocido al popular ‘Pata tola’, que ya en Santiago o en La Coruña, en Vigo o en Ferrol, pasaba temporadas dedicado a dar lustre y brillo a los zapatos de los numerosos clientes que por doquier tenía.

‘El Merlo’ –ya él lo aseguraba- era el limpiabotas más antiguo de Galicia. Ya en ‘La casa de la Troya’ nos lo da a conocer el señor Pérez como limpia de todos los troyanos. Todas las generaciones de estudiantes que han pasado por las aulas santiaguesas lo han conocido. ¿Quién no lo recuerda, cuando a lágrima viva venía alborotando todo el Preguntoiro, con el camelo de que había perdido un décimo de lotería?...

Pero si interesante era ‘El Merlo’ bajo esos aspectos, más, mucho más lo era en su faceta de hombre enamorado. A pesar de su tipo estrambótico y de su pata romanonesca, Cupido tenía en él uno de sus más afortunados discípulos. Cuentan que contrajo matrimonio seis o siete veces. Ahora bien, nosotros no sabemos si esto es o no cierto, porque de serlo, y tal como ahora están los tiempos, es muy posible que pensásemos si el popular ‘Merlo’ fuese un precursor de Landrú. ABRAXAS” [1925]

En diciembre de 1925, alguien que firmaba como Pepe Conde, seguro que un universitario troyano, pedía una suscripción popular con el fin de comprar una lápida para la sepultura de O Merlo, y proponía incluirlo en el escudo de Compostela, junto al Botafumeiro y el Apóstol.

ESCUDO DE SANTIAGO. Evidentemente que los símbolos de las localidades debieran variar a medida que las circunstancias modificativas imprimen en ellas cambios sensibles. (...) D. José Antonio Fernández, hombre de apellido vulgar, ha sido un astro de la popularidad y sus restos yacen olvidados en el Cementerio de Ferrol, sin que nadie se ocupe de sufragar una modesta lápida para la sepultura del que más brillo dio en Compostela; país del botafumeiro tradicional, del incienso del homenaje perpetuo.

Hay que reparar esta falta, organizando antes de terminar este 1925 una suscripción modestísima que permita testimoniar la admiración merecida a quien popularizó el pseudónimo «Merlo» que con su indiscutible arte dio admirablemente lustre en esta tierra de ilustres. El Botafumeiro, El Merlo, Santiago y cierra homenajes.

O Merlo, Limpia-Botas Mayor de Galicia y rara avis de principio a fin.

Y resulta que, por fin, meses después de escribir esta historia, he conseguido una foto del protagonista. Procede de un libro que... ¡tenía en casa!, titulado Compostela. Memoria fotográfica, obra de José Luis Cabo Villaverde y Pablo Costa Buján.